Fuente: J. Ruiz: Tradición heterodoxa y ocultismo en Castilla-La Mancha:
Qué duda cabe que en el transcurso de los siglos hubo en estas tierras muchas más personas que quisieron entregarse al diablo que las escasas cuyos nombres y vivencias no han llegado.
La transformación de estos casos en leyendas ha ocurrido pocas veces. Uno de estos raros eventos procede del pueblo de Corral-Rubio, donde a unos pocos kilómetros de la población existe o existió "una cruz de piedra". La leyenda cuenta que un pobre hombre, abatido por la imperiosa necesidad de dinero invocó al diablo. Camino de su casa, se quedó dormido, y al despertar, encontró a su lado una bolsa repleta de oro y un papel en el que se le citaba en el mismo sitio en un plazo de tres años. Cuando acudió a la cita se encontró con el mismísimo diablo que le estaba aguardando.
El pobre hombre se resiste y trata de huir, pero el diablo le alcanza, le toca con la mano, y al instante le deja convertido en una pétrea figura. Años después un sacerdote hizo devastar la estatua, convirtiéndola en una cruz.
Esta leyenda parece reflejar la realidad de la destrucción de alguna escultura profana identificada como algo demoníaco, cristianizándola.
Fuente: La leyenda de la Cruz del Diablo:
A dos kilómetros del pueblo de Corral Rubio, en Albacete, se ve una cruz que los vecinos llaman la Cruz del Diablo.
Su historia es ésta: Un buen hombre, padre de muchos hijos, pequeños todavía, tenía un mísero jornal, con el que apenas podía atender a las necesidades de su casa. El pobre hombre trabajaba sin descanso de sol a sol, y apenas llevaba a casa lo indispensable para el sustento de él y de los suyos. En su pobre choza se albergaban el hambre y el frío.
Cierto día que necesitaba dinero para comprar unas herramientas de trabajo, fue al pueblo vecino a pedir un préstamo a un amigo. Se lo negó, y el hombre volvía por el camino, lleno de angustia y de dolor. En su desesperación, llamó al diablo en su ayuda, y a los pocos pasos notó que le invadía un pesado sueño que le impedía caminar. Se acostó al borde del camino y se durmió. AL despertar encontró que tenía una bolsa llena de monedas de oro. Loco de alegría, empezó a contarlas. ¡Había cientos de ellas! ¡Una verdadera fortuna! ¡Él y sus hijos iban a ser ricos! Al fondo de la bolsa encontró un papel escrito citándole en aquel mismo sitio para dentro de tres años. Feliz, se marchó a casa con su dinero. Fue acogido por su familia con grandes gritos de alegría. ¡Se acabó el hambre para todos!
Al cabo de tres años dedicados a disfrutar y gastar, llegó el día indicado, y acudió a la cita. Se sentó en el mismo sitio y esperó; sintió que le volvía aquel mismo sueño y se tumbó a dormir. Al despertar, vio junto a él un hombre horrendo; aquel rostro infundía pavor. Le sonreía con una boca infernal y le decía: «Soy tu amigo el diablo». El hombre dio un grito y, horrorizado, intentó huir, diciendo: «Déjame, yo no quiero nada contigo».
Pero el diablo le alcanzó y, agarrándole con una mano férrea, le dejó convertido en estatua de piedra.
Al día siguiente todos los vecinos del pueblo acudieron, sobrecogidos, a contemplar la obra del diablo, que durante mucho tiempo sirvió de lección para los impíos.
Hasta que un sacerdote mandó tallar sobre la estatua una cruz.